En España, el cáncer es una de las principales causas de morbimortalidad.
En el año 2024 se estima que la prevalencia alcance casi los 300.000 casos, tal y como indican los datos de la Red Española de Registros de Cáncer (Redecan), lo que supone un ligero incremento del 2,6% con respecto al año 2023. Los tumores más frecuentes diagnosticados en nuestro país en 2024 están siendo los de colon y recto, con 44.294 nuevos casos, seguido del de mama, con casi 40.000 nuevos diagnósticos y en cuarta posición el de pulmón, con 32.768 casos. El tabaco, las infecciones, el consumo de alcohol, el sedentarismo y los cambios en los estilos de vida que estamos experimentando, que traen consigo un deficiente estilo de vida y una mala alimentación, son los principales factores de riesgo evitables de esta temida enfermedad, tal y como indica la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Se calcula que uno de cada tres pacientes que es diagnosticado de cáncer va a tener alguna enfermedad en la piel. Las terapias oncológicas alteran de forma drástica los sistemas inmunológicos de la barrera cutánea, dando lugar a numerosas reacciones relacionadas con la propia neoplasia, con la situación de inmunodepresión en la que se encuentran los pacientes o, como ocurre con mayor frecuencia, se presentan como consecuencia de los tratamientos recibidos. Sin embargo, el cuidado de las lesiones cutáneas en procesos oncológicos ha sido tradicionalmente la gran olvidada en el mundo de la oncología, a pesar de que para los pacientes es un aspecto trascendental que les afecta no solo en lo físico, sino también en lo emocional, condicionando su calidad de vida.
Además, en un tema tan particular como la oncología, el componente estético cobra un valor especial, ya que no solo permite al paciente tener mayor confort, sino mejorar la adherencia al tratamiento y aumentar su autoestima, equilibrio y confianza frente a esta enfermedad.
Así lo han manifestado los expertos que han participado en el último webinar “Cuidados y estética de la piel en el paciente oncológico” celebrado por el Instituto Superior de Formación Sanitaria (ISFOS) del Consejo General de Enfermería (CGE), con la colaboración de La Roche Posay. Durante hora y media de formación, expertos en la materia han hablado del tratamiento de la piel de las personas con cáncer y, en concreto, de las rutinas de higiene, maquillaje y cuidados que pueden aplicar estos pacientes.
Además, han enfatizado en los diferentes tratamientos y herramientas que transmiten a los pacientes para hacer un correcto abordaje de esta enfermedad, donde enfermería cuenta con un papel esencial educando en salud y potenciando el autocuidado de los pacientes.
“Cada año se diagnostican más de 18 millones de casos nuevos de cáncer en el mundo y la previsión para 2040 es que asciendan a 30 millones, equivalente a la población de un país como Perú. Los tratamientos que reciben estos pacientes afectan a la piel en buena parte de su metabolismo por lo que los cuidados deben ser más concretos, donde las enfermeras tenemos mucho que aportar, tanto en el diagnóstico temprano como en el manejo. Por ello es importante que independientemente de nuestro ámbito de actuación sepamos actuar ante este tipo de pieles para prestar los cuidados que precisen y educarles para que sean autónomos”, afirma Pilar Fernández, directora de ISFOS.
La aparición de lesiones cutáneas durante un tratamiento oncológico induce a una gran reducción de la calidad de vida de los pacientes. Pocas veces estas lesiones son de riesgo vital, pero el impacto es tal que condicionan drásticamente la vida de los pacientes. “Son varios los motivos, primero por las molestias que originan al aparecer una erupción que pica o que duele, o una lesión ulcerosa. Por otro lado, la presencia de estas lesiones en la piel, como es la alopecia por la quimioterapia, provoca un recuerdo constante de la enfermedad y una estigmatización del paciente que agrava también su estado y afecta en la calidad de vida y el estado físico y mental del mismo. Además, también nos encontramos con las lesiones que llamamos graves que pueden estar inducidas por el tratamiento neoplásico y pueden ser igual de graves que una diarrea inducida por la quimioterapia”, explica Onofre Sanmartín, jefe clínico del Servicio de Dermatología del Instituto Valenciano de Oncología.
Tipos de lesiones
La evolución del tratamiento oncológico ha hecho que irrumpan, además de la quimioterapia convencional, nuevos medicamentos, como son las terapias antidiana o la inmunoterapia que están provocando un gran número de lesiones cutáneas de diferente índole. Algo que está provocando, a su vez, que los sanitarios se formen y estén actualizados sobre los nuevos tratamientos y sistemas de prevención. “Cualquier erupción cutánea inducida por un agente neoplásico si no es tratado desde las etapas iniciales o adecuadamente prevenido va a provocar que la intensidad que llegue a adquirir la erupción cutánea sea tan grande que se requiera suspender el tratamiento antineoplásico, lo que redundará en una menor eficacia del tratamiento para el cáncer”, sigue el dermatólogo.
Cuando un paciente es diagnosticado con cáncer su piel cambia, muta, y se vuelve más seca. “Con los tratamientos a futuro, sobre todo, lo que se produce es una desestructuración de la barrera cutánea, lo que provoca una pérdida de agua transepidérmica, lo que hace que la piel se vuelva mucho más seca. Además, las quimioterapias o radioterapias destruyen también las células epiteliales, lo que hace que el ciclo de reparación celular de este tipo de pacientes sea mucho más largo de lo normal. Su renovación celular es más lenta y por lo tanto, su piel se vuelve más fina, delgada y adquiere un tono cetrino, generando una piel que tiende a romperse, una piel de pergamino”, afirma David Garduño, responsable nacional del Departamento de Oncología de La Roche Posay.
Abordaje
A pesar de la importancia por su impacto en el día a día de los pacientes oncológicos, las lesiones cutáneas son las grandes olvidadas en el mundo oncológico. “Es una de las cosas que más preocupa a los pacientes. Es importante que el personal sanitario a su cuidado esté alerta, porque en oncología se tiene tendencia general a minusvalorar las lesiones cutáneas inducidas por la quimioterapia. En cierto modo es lógico, pues nos preocupa que se produzca una toxicidad digestiva o una neuropatía que imposibilite mover los dedos, por ejemplo, pero tradicionalmente no ha ocurrido lo mismo con la piel. Ahora estamos asistiendo a un incremento en el interés por estas lesiones, lo que ha dado lugar a lo que llamamos Oncodermatología de Soporte”, cuenta Sanmartín.
Cuidados de la piel
Cuando un paciente se enfrenta a un cáncer debe ser consciente de que su piel va a estar afectada en un 70% por la toxicidad de cualquier tipo de tratamiento que reciba, ya sea quimioterapia, radioterapia o inmunoterapia, entre otros. El cuidado de la misma realmente va a ser lo único que el paciente va a poder hacer de forma autónoma en la gestión del cáncer y que, además, va a tener un cambio significativo en su calidad de vida. “El paciente no puede hacer nada si se le inflama o no el hígado al recibir un tratamiento oncológico, pero sí tiene un papel importante para hacer que su piel esté en mejores o peores condiciones. Las enfermeras les damos herramientas para empoderarles y hacerles autónomos en sus cuidados y así lograr que las toxicidades sean menos graves”, asegura Jorgina Serra, profesora en el EUI Sant Pau de l’Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona y Enfermera de Práctica Avanzada en Inmunoterapia del Servicio de Oncología.
Una correcta higiene, hidratación, el uso de fotoprotección o el secado a toques son algunos de los recursos que los pacientes con cáncer pueden poner en práctica para el correcto cuidado de su piel. “Solo por tener cáncer las células están menos preparadas, por lo que hay que hacer una higiene diaria con agua tibia en duchas breves. Es importante no usar productos con detergente y perfume. Al igual que hay que secarse a toques, nunca rascando y hacer una correcta hidratación con productos testados. Y, por supuesto usar fotoprotección siempre. Las enfermeras tenemos esa fuerza y conocimientos para generar educación, prevención y un correcto abordaje en el tratamiento de estos pacientes”, sigue la enfermera de práctica avanzada.
Maquillaje terapéutico
La pérdida del cabello y del vello facial es una de las consecuencias de las terapias oncológicas que más afectan en lo emocional a estos pacientes. Verse bien conlleva a sentirse bien, por ello, en esta formación se ha incidido en esas técnicas que se pueden llevar a cabo para mejorar la autoestima, confianza y adherencia al tratamiento de ese paciente frente a la enfermedad.
“Levantarse y no reconocerse en el espejo es muy duro para estos pacientes, por lo tanto, la estética aquí juega un papel decisivo. El maquillaje terapéutico de cejas y de la línea del ojo que no es dañino para la piel es una herramienta maravillosa y fundamental para que estos pacientes tengan una mejor calidad de vida. Además, también puede enmascarar las manchas que aparecen debido a este tratamiento y es muy sencillo, cómodo de llevar y el impacto es muy positivo. La estética oncológica tiene mucho que decir en los tratamientos de estos pacientes. Hay que tener especial cuidado, sobre todo, con aquellos productos que no tienen ningún tipo de evidencia científica, porque no todo vale. Por eso, siempre recomendamos productos testados, con aval científico y formulados para pacientes oncológicos que demuestren tolerancia, eficacia y seguridad”, concluye Garduño.